viernes, 17 de agosto de 2012

Recorrer Portugal en tres Vespino en sólo dos días

Aunque realmente fueron tres días los que usamos, hay que tener en cuenta que en el primero de ellos nos acercamos al Cabo de San Vicente, a la misma fortaleza, y que en el segundo llegamos hasta Braga porque tuvimos que optar por entrar a visitar Oporto (de lo mejor) o cruzar la frontera. Por tanto decidimos lo segundo y postergamos entrar en Galicia para la mañana siguiente.


En principio habíamos pensado en descansar un día entero en Sagres para afrontar en tres etapas la travesía del país luso. Por lo visto la euforia de haber logrado cerrar con éxito la maratoniana etapa anterior, las ganas de Aina por comenzar su particular aventura, y el sueño reparador que borraba el cansancio acumulado, consiguieron, todas o una sóla de ellas, darnos los ánimos suficientes para sentarnos en las Vespino y seguir hacia el norte.
En la salida del camping cerca de Sagres. Comienzo de la primera etapa portuguesa.

El camping donde pasamos la noche estaba muy bien. Quizás demasiada gente, demasiado grande y demasiado ruidoso, aunque bien es cierto que a las 12:00 hora lusa (una hora más en España peninsular) todo el mundo a dormir... pero lo peor fue el precio: 120 €. para cinco personas y las motos. Sin duda fue un peaje caro por dormir cerca de la costa y las playas, naturalmente.

Primer repostaje en Portugal.
En contraste a este precio, las otras dos noches las pasamos en hotelitos por unos 35 €. habitación doble con baño y por 36 €. en doble con baño y desayuno "self service" la segunda en Braga. Eso es otra cosa...
En el camping poniendo los cuentakilómetros a 0
Los cerca de 800 kms. de carretera fueron un costraste de claroscuros dignos de desmenuzar, que a toro pasado parecieron leves, pero en algunos tramos obligaban a gritar aquello de: ¡¡¡tierra trágame...!!!

Cerca de Sagres, camino del Cabo de San Vicente
La visita al Cabo estuvo bien. Hacía mucho viento que además era fresco e invitaba a taparse sobre la moto. Había trasiego de turistas pero no era molesto. Las carreteras en las proximidades del mar dejaban bastante que desear.
Junto al faro de la fortaleza del Cabo de San Vicente

Aina, Tachu y Valentín sobre las vespinos. Al fondo Sagres.

Además de mecánico, asesor y conductor de coche escoba, Kiqu cumple como reportero gráfico. Aquí en el Km.0.

¿Para uno foto tampoco podemos entrar?  Vd. diculpe...

En una de las paradas para encontrar alguna pegatina que añadir al parabrisas de la Bella Durmiente, en la población siguiente a Sagres en la que todo está pensado para los surfistas que llegan a la zona, además de comprar el camaleón tipico, que era lo más parecido a la pegatina que buscábamos, conocimos a dos hermanos (de cuatro en total, todos moteros) que venían en sus BMW desde Verín en Orense. Así que como nos aseguraron que leerían este blog, para ellos un "saludo": esperamos vuestras noticias en vespinos@yahoo.es , al igual que a todos las personas que conocimos durante el viaje y con las que tuvimos ocasión de conversar unos minutos. Ah, y por favor, enviadnos las fotos que nos hicistéis a ese mismo correo.
Momentos de duda.

Seguimos hacia el norte por una carretera aceptable y con poco tráfico que seguimos hasta la hora de comer donde el fresco de la costa había dejado paso al calor del interior. Cerca de las 14:00 españolas tuvimos un pequeño despiste en las proximidades de Santiago do Cacém que luego comprendimos. Realmente no era un despiste, más bien era una instrucción errónea en el navegador por mi parte y que conviene explicar: lo lógico y adecuado, y ahora lo entiendo así, es que cuando se le da al navegador la instrucción de llevarnos a una localidad concreta se le diga que lo haga al centro de la localidad. Pues bien, hasta ese día tenía la costumbre de poner calle y número al azar, llegando incluso a elegir cualquier monumento que aparecía como opción, entendiendo que ese monumento debería estar dentro del núcleo urbano. PUES NO, ese era el error. En muchas ocasiones, como pudimos comprobar esa misma tarde en Santarem, si se elige la opción de un monumento en lugar del centro de la ciudad, el navegador nos puede llevar a un monumento que no tiene que estar necesariamente dentro del casco urbano y puede estar ubicado a 20 kms. del centro de la ciudad. Por eso tuvimos la confusión en Santiago y por lo mismo nos pretendía alejar del centro de Santarem esa misma tarde. Hasta ahora no había tenido ese problema porque antes de llegar a los destinos que marcaba en el navegador me detenía y marcaba uno nuevo 80 o 100 kilómetros más allá, pero ahora era distinto porque había dos navegadores trabajando en el viaje: el mío y el de Kiqu que nos seguía o nos precedía con la furgoneta más o menos próximo a nosotros.


Pasada la hora normal de comida española nos detuvimos en un pueblecito donde los ancianos charlaban a la sombra de un árbol junto a la carretera, y donde encontramos por casualidad un lugar ideal para comer nada menos que, tal como dijo el camarero, un cochinillo mejor que el de Segovia. De dimos una tarjeta con nuestras direcciones en internet, así que posiblemente también lea estas líneas... "otro saludo".
Comiendo cochinillo al estilo segoviano, según el camarero.
Kiqu y Pilar se adelantaron por la tarde para buscar uno de los camping que teníamos señalados en las proximidades de Santarem, habiendo descartado pasar por Lisboa, de manera que antes del añochecer tener llegar con las motos e instalarnos tranquilamente.

Agua Lusa, como en una foto de anuncio.

Aina, siempre optimista y sonriente aguantó todos los tramos, que no era fácil, como una campeona.
Pero los viajes aventura siempre te reservan eso, aventuras, de modo que Kiqu y Pilar se encontraron con la sorpresa de que los camping, uno tras otro, o bien no tenían lo que buscaban o sencillamente ya no existían. De ese modo llegamos anocheciendo hasta Alpiarça, localidad melonera por excelencia en la fertil orilla del margen izquierdo del Tajo. Decidimos aguardar allí hasta recibir noticias del coche de apoyo, que a esas alturas ya no sólo buscaría camping sinó que también intentaría encontrar un hotel que nos acomidase. Por suerte la solución estaba a escasos metros donde nos detuvimos los de las motos: frente a nosotros había un hotel restaurante que al final resultó ideal para pasar la noche. Incluso la duda de dejar las motos a buen recaudo nos lo proporcionaron ellos mismos permitiendo meter las tres Vespino en la misma cocina del restaurante. Restaba únicamente que Kiqu y Pilar se reunieran con nosotros puesto que en su búsqueda se habían alejado nada menos que 50 kilómetros. Como digo: esto es aventura.
Imrpovisado garaje en la cocina del hotel en Alpiarça.

Pasamos la noche estupendamente, descansando mejor que en el carísimo camping de la noche anterior y que en la mañana, aunque no entraba en el precio, el dueño del hotel nos invitó a los cafés. Otra cosa fueron los personajes que pasaron y se detuvieron a charlar con nosotros mientras esperábamos a la furgoneta... "no coment...".

La segunda jornada en Portugal nos alejaba del Tajo hacia el norte con la intención de llevarnos hasta Oporto que, ésta ciudad sí, decimos visitar a pesar de que ello nos impediría cruzar la frontera ese mismo día; sin duda fue una decisión acertada.
Parada para desayunar en Santarem, la mañana del tercer día y segunda etapa en Portugal.

Pequeño despiste en Santarém

Llegar a Oporto no fue sencillo. Atravesar la Sierra de la Estrella por rutas en bicicleta no fue para nada lo mejor que hicimos. La grandeza de los paisajes quedaron desdibujados por una carreteras que sin vacilar podemos catalogar de "infames".

El concello de Batalha con bonitos paisajes pero carreteras en mal estado.

Bonita imagen de la marcha.

En esta carretera revirada nos permitimos adelantar al camión.
Al final tuvimos que pedir al navegador que sencillamente nos llevase por carreteras evitando autopistas de peaje, porque de seguir de aquella manera nunca llegaríamos a nuestro destino, así que en cuanto pudimos tomamos la IC1 que nos llevaría en volandas hasta la capital, en algunas ocasiones con buen asfalto y mucho tráfico, en otras con buen asfalto y muchísimo tráfico, pero en cualquier caso una carretera con límites de velocidad estrictos que permitía a la furgoneta seguirnos bien de cerca sin causar grandes tapones al resto de los vehículos.

Pasado Coimbra con mucho calor y tráfico, nos detuvimos a comer.
Salir de Portugal sin probar el bacalao podría constituir un delito.
Después de una vista rápida en la ciudad de Oporto con alguna compra, decidimos hacernos una fotografía con el sol de poniente escondiéndose en el Atlántico y luego, ya oscuro, seguir unos kilómetros hacia el norte para ir a dormir a Braga, a 56 kms. Aquí se adelantaron Kiqu y Pilar y nosotros les seguimos en la distancia por unas carreteras con mucho tráfico y ambiente de fiesta para llegar a un hotel de la franquicia Choice, que sin duda fue el mejor alojamiento de todo el viaje.
Está prohibido estresarse. Este simpático gasolinero nos dijo que para llegar a Oporto no dejásemos el camino que llevábamos.
Muchos peregrinos en los arcenes de las proximidades de Fátima.
Callejeando por Oporto.
Aina y Tachu sobre un viaducto en Oporto.

Extraño ocaso en Oporto para los mediterráneos como nosotros.

 

La tercera etapa sólo nos restaba unos 70 kilómetros para llegar a la frontera de Tui, así que nos pusimos en marcha en cuanto hicimos algunas compras en la ciudad.

Aina animada frente al hotel de Braga. España estaba cerca.

Salimos hacia el norte y cruzamos Tui sin dificultad. Pretendíamos comprar algo allí mismo, pero había tal aglomeración de gente y tráfico que desistimos y cruzamos el paso fronterizo más antiguo de Europa para entrar en Galicia.

Paso fronterizo de Tui, el más antiguo de Europa.
Estamos otra vez en casa, aunque falten 1.000 kms. para llegar.

 

La sorpresa del día la tenía guardada, una vez más, la fidelidad al navegador: sin titubéos nos metió en una autovía y al intentar salir de ella, sin remisión, nos metió en una autopista de peaje. SI, DE PEAJE. Fueron cerca de 15 kilómetros con el culo prieto y con maldiciones, seguro, que de mis cuatro compañeros de viaje...¡¡¡ pero dónde nos has metido, insensato... que nos van a meter en la cárcel!!! Por suerte llegamos al punto de peaje en la primera salida posible y después de pagar los 1,40 €. por moto, salimos de inmediato de aquel inmundo lugar de vehículos grandes. ¡¡NUNCA MAIS!!
Después del mal trago, pasamos el peaje.

Lo siguiente fueron las despedidas: ayudamos a Kiqu a subir la moto de Aina a la furgoneta, que no olvidemos, es la primera chica que atraviesa Portugal en una Vespino, y nos dijimos adios. La familia Garí tenía por delante llegar hasta Arenys de Mar y nosotros llegar a nuestras casas lo antes posible. Kiqu tenía que acabar de preparar a La Bestia para la carreta de Guardiola y Tachu quería intentar llegar el viernes a casa para poder trabajar esa misma noche.

Lugar en el que dividimos nuestros caminos.
El resultado para nosotros fue una etapa de 416 kms. con mucho calor, en la que ni siquiera nos detuvimos para comer. Esa misma noche la pasaríamos en Pumarejo de Tera visitando a la familia Navarro Lanseros, y cena y velada hasta las 2 de la madrugada en casa de nuestro amigo Baltasar Andrés "el Hermoso" y su familia. Luego nos marchamos hasta las orillas de Tera y plantamos la tienda de campaña. El despertador nos pondría en marcha a las 6:30 para iniciar la asfixiante última etapa.

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